miércoles, 21 de abril de 2010

- de la sangre al ketchup - I (Exposición 3)

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Obertura





Presentación





Sangre


Desde los ángulos del orden cromático y biológico, la sangre, correspondiente al color rojo, expone el final de una serie que tiene en su origen la luz solar y el color amarillo y en medio el verde y la vida vegetal. (…). En conexiones tan estrechas como la de la sangre y el color rojo, es evidente que amos elementos exprésanse mutuamente; las cualidades pasionales del rojo infunden su significado simbólico a la sangre; el carácter vital de ésta se trasvasa al matiz. En la sangre derramada vemos un símbolo perfecto del sacrificio. Todas las materias líquidas que los antiguos sacrificaban a los muertos, a los espíritus y a los dioses (leche, miel, vino) eran imágenes o antecedentes de la sangre, el más precioso don, facilitado en las culturas clásicas por el sacrificio del cordero, el cerdo y el toro, y en las asiáticas, africanas y americanas por sacrificios humanos (como también en la Europa prehistórica) (…) el don aplaca a las potencias y aparta los castigos mayores que podrían sobrevenir. (…)


Juan Eduardo Cirlot




1. f. Líquido, generalmente de color rojo, que circula por las arterias y venas del cuerpo de los animales. Se compone de una parte líquida o plasma y de células en suspensión: hematíes, leucocitos y plaquetas. Su función es distribuir oxígeno, nutrientes y otras sustancias a las células del organismo, y recoger de estas los productos de desecho.

2. f. Linaje o parentesco.

f. Condición o carácter de una persona.


RAE


En Biología


La cantidad de sangre de una persona está en relación con su edad, peso, sexo y altura, una persona adulta se puede considerar que tiene entre 4,5 y 6 litros de sangre. Todos los órganos del cuerpo humano funcionan gracias a la sangre que circula por arterias, venas y capilares.



Sacrifico


La idea central de las cosmogonías es la del “sacrificio primordial”. Invirtiendo el concepto tenemos que no hay creación sin sacrificio. Sacrificar lo que se estima es sacrificarse. La energía espiritual que se obtiene con ello es proporcional a la importancia de lo perdido. Todas las formas de sufrimiento pueden ser sacrificiales, si buscan o se aceptan plena y definitivamente. Las signos físicos negativos: mutilación, castigo, humillación, grandes penalidades o trabajos, simbolizan así las posibilidades contrarias en el orden espiritual (…)


Juan Eduardo Cirlot


Etim.: Sacrificio: Del latín sacrificium, "sacrum" y "facere") "hacer" algo "sagrado", convertir algo en "sagrado", que, a su vez, quiere decir "separado".

Sacrificio se entiende en general como una ofrenda a Dios para manifestarle veneración con el objeto de obtener comunión con Él.

El sacrificio es una de las características de casi todas las religiones. Generalmente el sacrificio lo ofrecía el sacerdote como intermediario entre Dios y los hombres. Una excepción es el Islam que no tiene ni sacrificios ni sacerdotes. El budismo originalmente no tenía sacrificios pero si posteriormente. El hindú ofrece flores, aceite e incienso a sus ídolos y ofrece víctimas a la diosa Chiva. Las religiones paganas, desde tiempos remotos, ofrecían a sus dioses alimentos y animales que no tuvieran defectos. Los chinos ya ofrecían sacrificios antes de Confucio (seis siglos antes de Cristo). La costumbre continuó con el emperador quien, como sumo sacerdote, era el único que podía elevar sacrificios al cielo (el sol, la luna, las estrellas). Los realizaban quemando animales, sopas y vegetales. También se hacían sacrificios a la tierra pero en este caso los enterraban.




Algún ejemplo de sacrificio humano recogido por Mircea Eliade:


Sahagún (Bernardino de Sahagún es el nombre adoptado por Bernardino de Rivera, Ribera o Ribeira) Fraile franciscano. Nos ha dejado una descripción detallada de lo que eran los ritos del maíz entre los aztecas de México. En cuanto brotaban las plantas iban al campo a buscar al Dios del maíz, esto era un brote que se llevaban a casa y al que hacían ofrendas como si se tratara de una divinidad, por la noche se llevaban la planta al templo Chicomoecoalt y en el se reunían las muchachas. Estas eran de tres edades distintas: niñas, adolecentes y mayores, personificando sin duda las etapas del crecimiento del maíz. Ellas iban vestidas con plumas rojas y esta ceremonia no necesitaba sacrificio. Solo tres meses más tarde, cuando la cosecha estaba madura, se decapitaba a una muchacha, que representaba a la diosa del maíz nuevo, Xilomen, con este sacrificio se inauguraba el uso de la alimentación, profano, del nuevo maíz, lo que hace suponer que se trataba más bien de un sacrificio de primicias. Setenta días más tarde, al terminar la recolección, tenía lugar un nuevo sacrificio. Una mujer que representaba a la diosa Toci, “nuestra madre” (la diosa del maíz recolectado y utilizado) era decapitada e inmediatamente desollada. Un sacerdote se envolvía en su piel y un trozo, que generalmente era del muslo, era llevado al templo de Cinteotl, el dios del maíz donde otro personaje se hacia con este una mascara. Durante algunas semanas a este personaje se le trataba como si fuera un recién nacido, porque probablemente el sentido del rito era que toci, una vez muerta, renacía en su hijo, el maíz seco, en los granos que iban a servir de alimento durante todo el invierno.

Otro ejemplo de sacrificio agrícola es el que practicaba, hasta mediados del siglo XIX, una tribu dravica de Bengala, lo Khonds. Este se ofrecía a la diosa de la tierra, Tari Pennu o Bera Penu, y la victima, que se le llamaba Meriah, era comprada o nacida de padres que a su vez también habían sido victimas. Estas fiestas eran en fechas puntuales. Los Meriah vivían felices durante largos años, ya que eran considerados seres consagrados; se casaban con otras victimas y recibían terrenos. Diez o doce días antes del sacrificio se cortaba el pelo a la victima y la muchedumbre asistía a la ceremonia, ya que este sacrificio era en provecho para la humanidad entera. Después del suceso venia una orgia indescriptible. Al meriah se le conducía hasta el lugar del sacrificio, que generalmente era un bosque en el que nunca se hubiera utilizado el hacha. Ahí preparaban a la victima. La masa bailaba a su alrededor, dirigiéndose a la tierra exclamaba: “Dios, te ofrecemos este sacrificio; concédenos buenas cosechas, buenas estaciones y buena salud” después dirigiéndose a la victima “te hemos comprado, no te hemos cogido a la fuerza; ahora te sacrificaremos según la costumbre y no cae sobre nosotros ningún pecado”. Las orgías se suspendían durante la noche y volvían a comenzar la mañana siguiente. Había distintas manera de darle muerte: grogado con opio, se le ataba y se le machacaban los huesos, o bien se le estrangulaba, se le cortaba en pedazos, se le quemaba a fuego lento sobre brasas encendidas, etc. Cuando las autoridades Britanicas prohibieron los sacrificios humanos lo Khonds sustituyeron al Meriah por determinados animales (macho cabrio, bufalos).






Joseph-Marie, conde de Maistre teórico político y filósofo saboyano, máximo representante del pensamiento conservador opuesto a las ideas de la Ilustración y la Revolución francesa. Escribió.

* Los dioses son buenos y de ellos recibimos los bienes que gozamos. Pero los dioses son justos y nosotros culpables; hay que aplacarlos, tenemos que expiar nuestros crimenes y para lograrlo, el medio más poderoso es el sacrificio.

* vitalidad de la sangre: “Alma sustituta” Prostitucion antigua. Dogma de la sustitucion.

Tratado de los sacrificios. Joseph-Marie, conde de Maistre



Rito


En su esencia, todo rito simboliza y reproduce la creación. Por ello los ritos se relacionan con los ornamentos. La lentitud de los movimientos rituales en las ceremonias tiene íntimo parentesco con el ritmo de los movimientos astrales. De otro lado, todo rito es una cita, es decir, una confluencia de fuerzas y ordenaciones; su sentido surge de la acumulación y de la combinación de esos poderes concertados.


Juan Eduardo Cirlot



Rito del Taurobolio



Rito de Cibeles y Atis.

Como indica su etimología (en griego, taurobolion, cfr. elaphebolion, «caza del ciervo», en latín tauropolium, tauropolium por analogía con Artemis tauropolos) en un principio significaría la caza de un toro salvaje, quizá a lazo, para un sacrificio ulterior a una divinidad; posteriormente designó el degüello de un toro y el baño del iniciando en su sangre conforme a un determinado ritual.

Nuestra información, relativamente amplia, sobre las particularidades del rito y su finalidad se basa en fuentes literarias y epigráficas.

De la descripción de Prudencio se desprende que el iniciando penetraba, desnudo de cintura para arriba, en una fosa que se cubría a continuación con una plancha con orificios. Encima el oficiante mataba el toro con una harpe (cuchillo con un saliente lateral a fin de provocar una gran hemorragia), cuya sangre debía recibir el iniciando sobre su cabeza. Terminado el rito, los asistentes aclamaban al mystes como un «hombre nuevo». El simbolismo es, pues, claro: el bautismo de sangre confería una nueva vida, significaba la trasferencia a un orden existencial superior, ajeno al imperio de la fortuna, trascendente a la corrupción y a la muerte (el iniciado es un renatus in aeternum). Ahora bien, las inscripciones demuestran que el rito debía repetirse a los veinte años, sin que se sepa si se estimaba definitiva la segunda ceremonia.

El testimonio de la epigrafía, de inestimable valor para la cronología del rito y su distribución geográfica, aunque completa el testimonio de las fuentes literarias, plantea ciertos problemas de difícil solución. Junto a los taurobolia individuales cuya finalidad es la expresada, había otros que se hacían en beneficio ajeno (pro salute, pro salute et reditu, pro salute et incolumitate) de una persona (el emperador, un gobernante, un deudo) o de una corporación, como ocurría con los sacrificios.

Las inscripciones demuestran que al taurobolio le solía acompañar un criobolium (sacrificio de un carnero), pero nos dejan a oscuras sobre el significado de la fórmula uires excepit... et transtulit («tomó sus fuerzas y las transportó») frecuente en ellas. Por uires probablemente deben entenderse los testículos del animal, no la sangre o el bucranion, simbolizando la emasculación ritual del iniciando, que se cumplía de hecho en el caso de los galli (cfr. CIL X,510).

Enlaces:

Taurobolio I

Taurobolio II






- javier y felipe -



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