miércoles, 5 de mayo de 2010

La Radio



INTRODUCCIÓN: LA RADIO.

El modelo radiofónico español surgió como un modelo bastante atípico en el panorama europeo. La radio española nació prácticamente con la dictadura del General Primo de Rivera (1923-1925), y vivió durante este ingrato periodo su etapa pionera y formativa.



El advenimiento de la Segunda República y de su régimen de libertades civiles supuso una época de esplendor para este medio (también los años 30 fueron una “edad de oro” de la radio de muchos países occidentales), en el que ocupó un lugar central la empresa Unión Radio, S.A.



Tras esta bonanza adolescente, el trauma de la guerra civil supuso la primera experiencia mundial de uso militante de la radio al servicio de la propaganda bélica. En este periodo 1936-1939, la figura estelas fue el general Queipo del Llano, un tan prodigioso como siniestro fenómeno de las ondas, que inauguró el género de las arengas alcoholizadas. Pero toda la institución radiofónica, en su conjunto, se movilizó políticamente al servicio de ambos bandos.


El uso de la radio para informar sobre el curso de nuestra guerra civil proliferó el modelo de comunicación radiofónica que se generalizaría luego en la Segunda Guerra Mundial. De ahí la relevancia histórica de la experiencia radiofónica pionera durante la Guerra Civil.



Radio Nacional De España, fue creada en enero de 1937 en Salamanca con una programación sujeta a rígida censura previa.

Películas: “Esa pareja feliz” “Historias de la radio”

En este contexto sociocultural fue donde los géneros de la radionovela, radioteatro y del serial dramático radiofónico se desarrollaron y alcanzaron una privilegiada centralidad en la programación.


El radioteatro puede considerarse tanto una novela acústica como un teatro ciego, porque está constituido únicamente con voces, ruidos y música, que estimulan con sus sugerencias el imaginario del radioescucha. Radio Nacional España, calificó a su programa “Teatro Invisible”.


La estructura expresiva y la estética del radioteatro ofrecen muchas afinidades con las bandas sonoras de las películas. Ambos se basan en los mismos integrantes (palabra, música y ruidos), han incorporado (a diferencia del teatro), la voz de narrador en tercera persona, se sirven de la discontinuidad espacio-temporal que hace posible el montaje, y sus efectos de especialidad y de profundidad permiten proponer desde primeros planos sonoros (el susurro) hasta planos generales acústicos, en una discriminación escalar que está vetada al teatro.

Programas radiofónicos: “Lo que no muere” o “Ama Rosa”. Corín Tellado y sus novelas rosa, fueron de gran éxito.

Hoy puede parecernos ridícula la mitología del imaginario colectivo de la España autárquica, pero no cabe duda de que del análisis de su máscara se puede desvelar lo que aquella máscara ocultaba. Cuando analizamos los contenidos de aquel bálsamo consolación para tantas vidas frustradas descubrimos que la verdadera cultura del franquismo no fue la de un disciplinado y aguerrido fascismo con vocación social utópica, sino la del blandengue conformismo conservador de una burguesía premoderna, pacata y clericalizada.


LA RADIO DE LA GUERRA.

Los años 30 fueron convulsos en toda Europa, y también en España: crisis económica, ascenso de los fascismos, golpe de Estado de Primo de Rivera, fin de la guerra de Marruecos, instauración de la Segunda República, guerra civil… La historia cambió la forma de hacer la radio, que hasta ese momento se había centrado en el entretenimiento de sus oyentes: los primeros seriales aparecieron en España en 1926, era el radioteatro, fundamentalmente monólogos de una sola voz construidos con relatos galantes y sentimentales, pero a eso volveremos más tarde.
Así pues, la magia de la radio, la compañera del hogar, la “voz amiga”, comunicativa y amable, dio paso a la radiofonía informativa, censurada y sin publicidad. El “lo ha dicho la radio” dejó de ser la confirmación de algún raro o grato suceso para ser la evidencia de que algo malo acababa de ocurrir. Cautivado por la temperatura del nuevo lenguaje y por la frenética sucesión de acontecimientos históricos-políticos, el oyente buscó con avidez un mundo de sensaciones que, en lugar de evadirlo de la realidad, lo sumergiera en la conflictividad cotidiana.
Durante el conflicto civil que se desarrolló entre 1936 y 1939, los programas emitidos por la radio española cumplieron dos funciones bélicas y políticas fundamentales: una función de extensión y apoyo de los autores que difundían valores que defendían la causa de cada parte contendiente; y una función de desprestigio del enemigo a partir, sobre todo de nuevas obras. Aunque la mayor parte de las emisoras estaban, al comenzar la contienda, en poder de la República, ésta no supo utilizar este medio tan astutamente como los rebeldes franquistas, que en sus estaciones radiofónicas crearon algún programa de humor de gran audiencia.
El 19 de enero de 1937, Franco inauguró Radio Nacional de Salamanca donde el actor Fernando Fernández de Córdoba leía los partes de guerra. Poco a poco, el triunfo franquista iba llegando también a los medios de comunicación. La censura dominante en ambos bandos había convertido en beligerante y sospechosa cualquier expresión cultural. Si a programación cultural de dramáticos no fue muy abundante en aquellas fechas, sin duda por su complejidad y por una general falta de medios, algunas emisoras los mantuvieron de modo regular. El Corral de la Pacheca pertenecía a la emisora Radio Nacional de San Sebastián, y semanalmente, los miércoles ofrecía entremeses, sainete y comedias. Sus autores eran Eduardo Marquina, Linares Rivas, los hermanos Álvarez Quintero…
Las colaboraciones literarias, muchas veces equiparadas en la programación radiofónica de la época a las secciones teatrales, tuvieron también sus habituales, tanto españoles, como extranjeros: Manuel Machado, José María Pemán, Ernesto Giménez Caballero, Agustín de Foxá, Claudel…Con respecto a las obras de apoyo a los sublevados al mando de Franco, destacan Los rojos que tenían el alma negra, El Congreso se disuelve, Poca gracia y mucha justicia, Negrín hace el Tenorio…Como se puede suponer, se trataba de obras de carácter eminentemente tendencioso y burdamente propagandístico. El valor literario y radiofónico de estas obras, era, por circunstancias del momento, prácticamente nulo.



LA ÉPOCA DORADA DE LA RADIO ESPAÑOLA (1939-1959)

Por una Orden del 6 de octubre de 1939, Franco estableció en todo el territorio la censura previa, a partir de entonces la censura se extendió también a la publicidad, que a partir de ese momento tenía que sujetarse a rígidas condiciones de contenido e incluso de ubicación en los programas, aunque no de proposición con respecto al conjunto de la emisión.
La censura fijaba su objetivo fundamentalmente en los temas políticos, religiosos y morales, y en algunas emisoras se exigía la presentación de guiones con 48 horas de antelación, y en el mejor de los casos con 24. Esto dejó un extenso anecdotario relacionado con la censura que cualquier profesional de la época podía alargar interminablemente. Un ejemplo:
En 1946, en Radio Madrid presidió el programa Doble o nada una anciana de 101 años, castañera de oficio y analfabeta de nacimiento. El locutor-presentador de dicho programa, Eduardo Ruiz de Velasco, le hizo una entrevista privada a la señora, y en el guión enviado a censura se hacía constar la circunstancia de que, al no saber leer, contestaría más o menos “lo que decía el guión”…Y así sucedió, pero al terminar la entrevista y a micrófono abierto, ella preguntó algo que no estaba previsto: “¿Puedo saludar”? El locutor le contestó: “Está bien señora, salude usted”. Y la señora soltó la siguiente frase: “Pues quiero saludar al doctor Ortiz, que hace un año me salvó de morir, porque me curó una pulmonía doble…¡Y no me quiso cobrar nada! En cambio –siguió la invitada- ya ve usted, le he escrito dos postales al señor Caudillo y todavía no me ha contestado. No he recibido ayuda ninguna y tengo que salir a la calle a vender castañas para poder vivir”. La reacción de los oyentes fue unánime, y se recibieron en la emisora infinidad de donativos en metálico para la castañera, a quien, 15 días más tarde se le hizo entrega de 750.000 pesetas, una fortuna para la época. A los dos meses la anciana murió.
España vivía años de dolor, hambre y aislamiento. La radio fue una de las pocas alegrías de muchos españoles en los oscuros y míseros años 40, en los que las familias se congregaban alrededor del aparato de radio para escuchar voces amigas que intentaban alegrar las noches y los días que se sucedían de forma interminable, angustiosa y desesperante. Sin embargo, la mordaza de la censura y el poder político a menudo dificultaban la amenidad en un medio tan importante en la época. Pero los profesionales no se arredraron: aguzaron el ingenio y crearon una programación que complicara su trabajo lo menos posible y tendiera al entretenimiento. Se ampliaron los horarios de emisión, Radio Nacional se fue quedando con las frecuencias más concurridas y las cadenas privadas se vieron obligadas a buscar en el dial universal ubicaciones. La postguerra era dura, y aún más el desempeño de un trabajo tan comprometido.

EL TEATRO RADIOFÓNICO.

La postguerra española inició un movimiento seudo-filosófico sobre la radio como medio de comunicación masivo, como género, como estilo. Este cambio afectó muy especialmente al teatro radiofónico, cuya creciente presencia en la programación de las ondas se vio acompañada de diversos artículos y comentarios, que trataban de fijar sus características, siempre indecisas.
Así, poco se definía lo que debía ser el teatro radiofónico. Sólo se precisaba lo que no debía ser: teatro literario, el teatro de los escenarios. Luis García Soria. En un artículo publicado en la revista de Radio Nacional en 1941, decía: “El Radioteatro propiamente dicho no existe todavía en España sino en forma de tímidos ensayos, y debe utilizar el repertorio del Teatro escénico, convirtiéndose así el Radioteatro, por lo que a lo fónico se refiere, en algo muy semejante a lo que sería el Teatro retratado con relación a la imagen, con respecto al cine”.
Junto a Radio Nacional, Radio Madrid, dependiente de la SER, tuvo y mantuvo una programación dramática continuada que incluyó: Electra, de Sófocles; Parsifal, la ópera de Wagner; Petruschka, sobre el ballet de Stravinsky; Don Quijote de la Mancha, de Cervantes.
Los actores de radioteatro no tenían por qué ser guapos, altos y atractivos. Bastaba con que tuvieran una voz bonita y una dicción adecuada. Como decía la revista de Radio Nacional en su número 22 de abril de 1945: “Si usted quiere ser actor, pero desespera porque su figura disiente de la de Apolo, no desespere; si su rostro, sus facciones, están regañadas con los héroes griegos y los patrones hollywoodienses, no le importe demasiado; y hasta si tiene usted una pierna escandalosamente más corta que la otra, no pierda las esperanzas porque, si tiene usted la vos bien timbrada, una voz agradable, sugerente en sus modulaciones y capaz, ella sola, de penetrar con la fuerza de sus matices, si tiene esa voz, usted podrá ser incluso el galán ideal en que piensen muchas cabecitas femeninas, aunque no le conozcan. Puede ser usted astro de la radio”.
Y lo cierto es que tanto en Madrid como en Barcelona los actores gozaban de un fructífero éxito y de tanta popularidad como los grandes divos de la cinematografía de la época.

LA PUBLICIDAD EN LA RADIO.

La publicidad constituyó un soporte fundamental de la radio desde sus comienzos a nuestros días. No se concibe la viabilidad comercial de este medio de comunicación sin un plantel continuado de anunciantes y patrocinadores que lancen a las ondas las excelencias de sus productos e inviten a los radio/oyentes a adquirirlos.
Sin embargo, los anuncios no servían sólo para dar un respiro financiero a las emisoras de radio: también alegraban la vida y el estómago de los oyentes con sus mensajes optimistas y atractivos sobre las bondades de este o aquel producto. Igualmente, cumplían una importante función social, al proponer salidas a los apuros económicos de la mayoría de las familias española en la dolorosa postguerra. Algunos de estos anuncios permanecen en nuestra memoria y han entrado a formar parte del patrimonio sentimental de todos lo españoles. Ej: sintonía y letra del Cola-cao, que inundó nuestros hogares en épocas posteriores.

LOS AÑOS 50: MÁXIMO ESPLENDOR PARA LA RADIO.

La consolidación de los seriales y de los géneros ocupa gran parte de esta década, hasta la aparición de la televisión a finales de los años 50. Podemos asegurar que en esta década la radio se convirtió en la reina de los hogares españoles –el radiorreceptor solía ocupar en el comedor o el cuarto de estar de dichos hogares la ubicación privilegiada que actualmente suele tener el televisor- y en uno de los entretenimientos más apreciados por el público de la época. Sobre este tema comentaba Manuel Vázquez Montalbán:
Las radionovelas eras tema de conversación especulativa allá donde coincidían más de dos mujeres del pueblo radiofonizado. Los hombres se sonreían con suficiencia, pero no regateaban oreja a los guiones nocturnos y, además, su parcela de masculinidad radiofónica estaba perfectamente cubierta por Matías Prats y sus muchachos. La radio y la literatura de consumo: éstas fueron las principales fuentes culturales del pueblo durante la década de los cincuenta.
Si se compara la producción radiofónica del momento con, pero ejemplo, la literaria o la cinematográfica, habrá datos coincidentes –la propaganda política, la autarquía, y el nacional-catolicismo…-, pero siempre quedará la sensación de que la radionovela parecía estar fuera de los procesos sociales, en el sentido de que se dejaba rebasar por el viento dominante, o inventaba una realidad al pairo y hablaba desde un mundo inane que podo tenía que ver con los sordos espasmos que se vivían en la literatura y el cine del momento. Y, sobre todo, en la vida.
El teatro radiado no guardaba memoria de batallas –incluso puramente formales- que se libraban en el seno de una posible vanguardia del medio, de modo que aparecía siempre como un sirviente doméstico, convencido de su función subalterna, que no se sentía víctima de enmudecimiento alguno.



La sociedad española de radiodifusión presenta .

LECCIONES DE BUEN AMOR. Un ejemplo.
De los actores de Radio Madrid: Rosalía Martínez, Miguel Rodríguez y Ana Arteaga.

Sintonía de fondo.
LOCUTOR: Lecciones de buen amor, por el padre Ángel Villalba.
Sube poco a poco y se desvanece.
(Pausa)
NARRADOR: Queridos amigos, buenas tardes. Seguimos hablando de amor. El que habéis de llevar al matrimonio, ese amor que ahora mismo os parece un coloso capaz de resistir las mayores y más fuertes embestidas, no es tan fuerte como os lo imagináis. Si ahora creéis que nada ni nadie es capaz de destruirlo o menguarlo, puede llegar un día en que causas insospechadas y aparentemente triviales…
Música de fondo.
NARRADOR: Ya los tenemos aquí. Están en vísperas de su boda. Los dos se quieren mucho y van al matrimonio, muy ilusionados; pero en el fondo claro de tanta felicidad en perspectiva a una nubecilla. ¿De qué se trata? Se lo está diciendo María Rosa a Eduardo
Música de fondo. (Pausa)
MARÍA ROSA: Está visto que no puede haber dicha completa en este mundo. Otros tienen que esperar años y años por conseguir un empleo, o simplemente un piso, antes de casarse. Todo eso lo tenemos nosotros resuelto. En cambio, he aquí algo que me preocupa bastante: que no podemos vivir solos e independientes.
EDUARDO: Ya comprendo que no es ése el ideal. Pero, ¿qué quieres? Soy hijo único y a mi madre no la vamos a dejar sola. Además, ella te quiere.
MARÍA ROSA: Si no te lo niego. Y también yo la quiero a ella. Pero mucho me temo que sin pasar mucho tiempo no nos lleguemos a entender. Las madres no suelen renunciar tan fácilmente al cariño de sus hijos.
EDUARDO: ¡Qué tontería! No sé por qué no voy a poder quererte a ti sin dejar de querer a mi madre.
MARÍA ROSA: Así debiera ser, y ojala que así sea. Pero no sé, no sé…
Música de fondo.
(Pausa)
NARRADOR: Y con ese ‘no sé’ se fue María Rosa al matrimonio. Viaje de bodas muy feliz, y a los veinte días ingresó en el nuevo hogar.
Música de fondo.
MADRE: ¿Qué haces, María Rosa?
MARÍA ROSA: Ordenando un poco este despacho, que parece una leonera.
MADRE: ¡Ay! No, por Dios, no lo toques. Limpia un poco el polvo si quieres; pero no te metas a ordenar papeles. Claro, tú todavía no conoces a mi hijo…


Con todos ustedes el programa cola-cao para niños y mayores:


EL CONSUMISMO EN MATILDE, PERICO Y PERIQUÍN. Un ejemplo. Comedia.

PERICO: Pues verán… Se trata de que nos dejen, la batidora eléctrica. Quiere Matilde hacer unas cuantas pruebas y…si le gusta, nos decidiríamos a comprar una…
(Momentos después)
PERICO: Pero bueno, ¿qué es lo que vamos a comprar? No pretenderás tenerme dando vueltas sin rumbo fijo.
MATILDE: No, hombre, no. Lo que más nos interesa, de momento, es encargar la lavadora eléctrica. ¿No te parece?
PERICO: ¿Estás decidida a que la adquiramos? ¿Crees que nos arreglaremos mejor que con Lorenza?
MATILDE: ¿Cómo mejor que con Lorenza? Yo no pienso despedir a la chica. Además, los aparatos eléctricos están muy bien; pero necesitan personas que las manejen, y no pensarás que yo…
PERICO: No, no, si yo no pienso nada. Pero… ¿dónde está entonces el ahorro?
MATILDE: ¿Qué ahorro?
PERICO: Mujer, el de la lavadora eléctrica.
MATILDE: A veces pareces tonto Perico. Con una lavadora eléctrica se ahorra jabón y se ahorra tiempo. ¡Ah!, y la ropa queda mejor, ¡muchísimo mejor! ¿Tú no crees que la ropa queda muchísimo mejor?
PERICO: Matilde, ¡si tú lo dices!
MATILDE: ¿Cómo que si lo digo? ¡Lo afirmo!
(Momentos después)
PERICO: ¿Por qué eres tan malo, Periquín? ¿No sabes que las máquinas de escribir no se tocas?
PERIQUÍN: Si yo no quería papá. Me lo dijo Urbanín. Por él, hubiéramos quitado todas las letras…
PERICO: De forma que habéis comprado un proyector…
URBANÍN: No, es un cine.
PERICO: Es lo mismo
URBANÍN: Sí, pero es un cine.
PERICO: Está bien, hombre. ¿Lo habéis comprado esta mañana?
URBANÍN: Lo compramos el lunes. Pero mi papá no quería que lo supiera nadie hasta que no viéramos todas las películas. Decía, ‘ya verás qué lata nos van a dar los vecinos… ¡quién quiera cine, que se compre uno!
(Aparte).
DOÑA ASUN: Aún no me has dicho para qué han venido esos hombres del tejado.
MATILDE: A colocar la antena de televisión.
DOÑA ASUN: ¿A quién? ¿A vosotros?
MATILDE: Sí.
DOÑA ASUN: ¡Vaya, vaya! ¡Lo que se prospera en esta casa!
MATILDE: Mañana nos la traen.
DOÑA ASUN: No sabes cuánto me alegro… ¡Nada menos que la televisión! ¡Qué inventos! ¡Parecen cosas del diablo! Hace cuatro días, como quien dice, escuchábamos aún la radio con auriculares.
MATILDE: ¡Tanto como cuatro días, Asun!
DOÑA ASUN: ¡Para mí, Matildita, cuatro días!... Y hoy lo puedes ver todo en tu propia casa como si fuera el cine.
MATILDE: ¡Es verdad! ¡Avances, avances de la técnica!... El mundo se va quedando cada vez más pequeño.
DOÑA ASUN: La televisión es algo así como el No-Do servido a domicilio.
MATILDE: El No-Do y muchos programas más: corridas de toros, fútbol, conciertos, conferencias, reportajes, anuncios… ¡Lo que se dice todo, doña Asun!
DOÑA ASUN: ¡Ay, bien que me gustaría a mi tenerla! Pero hija, una es económicamente más débil que un niño de pecho.
MATILDE: Le advierto que con el sistema de venta a plazos no hay problema…
DOÑA ASUN: Lo malo es si tienes que pagar otros plazos más necesarios…
MATILDE: De todas formas, teniéndola nosotros… Usted ya sabe que puede subir a verla cuando le dé la gana…
DOÑA ASUN: Gracias, Matilde. ¿Y los seriales? ¿Qué vas a hacer con ellos en adelante?
MATILDE: Ah, yo pienso alternar la radio con la televisión. Cada cosa a su hora.
DOÑA ASUN: ¡Qué barbaridad! ¡Vaya sibaritismo!
MATILDE: Hay que saber vivir, doña Asun. Ya verá, ya verá qué bien nos organizamos las veladas. Primero, un poquito de serial; luego, de televisión; más serial, más telediario…¡Bueno, es que lo vamos a pasar como nadie!
(Momentos después)
PERICO: La cosa no puede estar más clara. ¿Tú has leído esos anuncios en donde te dicen “Proporciónese el placer de conducir usted mismo. Coche último modelo. Se alquilan sin chófer”? Pues bien, yo voy a proporcionarme ese placer.
MATILDE: ¡No!
PERICO: ¡Sí!
MATILDE: Pero, ¿tú tienes carnet de conducir?
PERICO: Desde que me prometió don Fulgencio que iba a conseguirme un Cuatro-Cuatro, ¿no te acuerdas? Lo que ocurre es que siguen sin dármelo.
MATILDE: ¿Y de verdad sabes llevar un coche?
PERICO: ¡Si es lo más fácil del mundo! Eso lo aprenden una vez y ya no se te olvida.
MATILDE: ¡Por favor, Perico, no vayamos a terminas la excursión en el Equipo Quirúrgico!
PERICO: ¡Pero si he llevado muchas veces el coche de Lorenzo! ¡Y el de Butrageño, no digamos!
MATILDE: Perico, que tú, de verdad, lo único que conoces de un coche es el llavero con el San Cristóbal que te regalé cuando nos lo ofrecieron.






Estimados oyentes y querido público aquí reunido, le invito a:


CHARLAS DE ORIENTACIÓN RELIGIOSA.
Un ejemplo

Emisora: RADIO MADRID (CADENA SER)
Programa: Nacional
Audición: Charla de orientación religiosa
Fecha: Domingo, 7 de abril de 1957
Hora: 20,30h
Autor: Padre Venancio Marcos.


Sintonía de campanas

Locutor: Charla de orientación religiosa, por el padre Venancio Marcos.

Sube poco a poco y se desvanece
(Pausa)

Narrador: Amigos oyentes, muy buenas tardes. El preámbulo de hoy quiero dedicárselo a unos hombres que desde muy lejos, desde fuera de España, me consta que me escuchan todos los domingos y que me escuchan en grupos. Me consta no por ellos mismos, sino por alguien que me escribe desde un lejano país y es testigo de fuerza mayor, porque hasta no hace mucho ha pertenecido al grupo de oyentes. ¿Quiénes son esos hombres? Os lo diré con música.

Himno de la Legión y fondo.

Narrador: Sí, esos hombres son los hombres de la Legión, los valientes y leales legionarios…[…]

Narrador: Y ahora, amigos oyentes, vamos con la charla de hoy, primer domingo de abril. Empezamos.

(Pausa)

Narrador: Se habla mucho de la conciencia. Fulano es un hombre sin conciencia, Zutano tiene la conciencia muy ancha, Mengano tiene anestesiada la conciencia. Hoy la gente no tiene ya conciencia. Zutano no puede ya tener conciencia.

Se oye una música muy frívola de fondo.
(Pausa)


Narrador: Nuestro hombre se halla sentado en una butaca. Ha encendido un cigarrillo y se ha puesto a divagar mientras oye como en lejanía la música frívola.

Sube poco a poco y vuelve al fondo muy suave.
(Pausa)

El Hombre: Es agradable esta música. Me gusta. Ni me entusiasma ni me molesta

La Conciencia: Pero no has querido escuchar la charla de orientación religiosa.

El Hombre: Pues no; pero no es por nada. No me desagradan esas charlas. A veces las escucho con verdadero placer. Al fin y al cabo yo soy católico, y por qué me van a molestar.

La Conciencia: Un poco si te molestan, confiésalo. No siempre, claro está; a veces, nada más. Cuando, por ejemplo, te hacen ver que no deberías vivir como vives, que deberías llevar una vida más cristiana, más piadosa. […]

Narrador: ¿Qué católico corriente no ha oído nunca a su propia conciencia decirle alguna vez cosas parecidas? Sobre todo en estas semanas de Cuaresma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario